En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La oración es ‘una amistad’, es tratar a solas con Jesús
que nos ama.
Date cuenta de que, aunque no los ves, Jesús y María están
contigo cuando rezas. Siéntete feliz con su amistad y dales siempre gracias por
ella. Procura tener momentos de silencio interior para poder escuchar al Señor,
que nos habla al corazón.
Juzga bien a las personas. Lo más importante no es que
sean guapas, metan muchos goles o salgan en la tele, sino su ‘corazón’: si son buenos, si son generosos,
si aman a Dios y a los demás. Libera tu corazón, siéntete libre para hablar con Dios desde tu interior.
Reflexión: ¿de verdad te consideras una persona libre? ¿Qué tipo de libertad es la que Dios nos
propone?...
Soy libre cuando creo
en un Dios que todo lo ha creado con libertad.
Soy libre cuando
acepto la libertad de los otros.
Soy libre cuando
logro ser persona.
Soy libre si advierto
que los demás me necesitan.
Soy libre cuando soy
consciente de que “todo me está permitido, pero no todo me conviene”.
Soy libre si sólo la
verdad puede hacerme cambiar de camino.
Soy libre cuando
logro que florezca la libertad a mi alrededor.
Soy libre cuando
estoy persuadido de que no soy vaso lleno sino que sigo necesitando siempre a
los demás.
Soy libre cuando no
he perdido la esperanza de poder enriquecer a los otros.
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