2ª semana de Adviento: TIEMPO DE CAMBIAR
Nos disponemos a sanear nuestro
corazón: a lavarlo de sus manchas y dejarlo preparado al cambio por el
Espírito. Nuestra actitud es como la de hacer una mudanza: cambiar lo antiguo
por lo nuevo, lo que nos hace tropezar por lo que facilita nuestro camino hacia
Jesús.
+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su
maestro para que lo evaluara y este tras observarlo con detenimiento pidió los
pinceles y con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá.
Cuando el maestro le devolvió las pinturas al alumno el
cuadro había cambiado notablemente. El
alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre
a sublime. Casi con reverencia le dijo al maestro:
-¿Cómo
es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto
el cuadro?
-Es que en
esos pequeños detalles está el arte.- Contesto el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida
son detalles. Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos
impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta,
una flor que se abre, el beso de un abuelo en nuestra mejilla, son ejemplos de
pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas las relaciones: familia, matrimonio, noviazgo o amistad
se basan en detalles. Nadie espera que cruces el Océano Atlántico por él,
aunque probablemente sí, que le hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá
que escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí, que lo visites
durante unos minutos cuando sabes que está enfermo.
Hay quienes se pasan el tiempo esperando una oportunidad para demostrar de forma heroica su amor por alguien. Lo triste es que mientras esperan esa gran ocasión dejan pasar muchas otras, modestas pero significativas.
No desestimes jamás el poder de las cosas pequeñas: una flor, una carta, una palmada en el hombro, una palabra de aliento o unas cuantas líneas en una tarjeta. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no pienses que son insignificantes.
¿Qué esperas entonces? Escribe esa carta, haz esa visita, levanta el teléfono.
Hazlo ahora, mientras la oportunidad aun es tuya. No lo dejes para después por parecerte poca cosa.
En las relaciones no hay cosas pequeñas, únicamente existen las que se hicieron.
¡Oh María sin pecado concebida…!
Viernes
11 de diciembre
+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Parábola
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó
junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y
la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: Salió
el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron
los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas
tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero en cuanto
salió el sol, se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre
zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano:
unos, ciento: otros, sesenta: otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga.
Reflexión
Jesús utilizó
las parábolas para explicar los grandes contenidos de su predicación. De esta
manera no excluía a nadie, porque todos podían entenderle. ¿Todos? Bueno, sólo
aquellos que tuvieran oídos para escucharle.
¿Quiénes pueden escuchar y entender a Cristo? Principalmente los que no tienen prejuicios, los que tienen un corazón sencillo, los que permiten que el Espíritu Santo les hable en lo más profundo del alma.
¿Guardamos cada día unos momentos para acudir a ese "lago" para escuchar a Dios? ¿Con qué frecuencia tomamos entre las manos las páginas de la Biblia? Es allí, en esa intimidad, en la que Dios nos habla y nos desvela sus secretos.
¿Quiénes pueden escuchar y entender a Cristo? Principalmente los que no tienen prejuicios, los que tienen un corazón sencillo, los que permiten que el Espíritu Santo les hable en lo más profundo del alma.
¿Guardamos cada día unos momentos para acudir a ese "lago" para escuchar a Dios? ¿Con qué frecuencia tomamos entre las manos las páginas de la Biblia? Es allí, en esa intimidad, en la que Dios nos habla y nos desvela sus secretos.
Es en la
oración donde hace que las sencillas palabras impacten en nuestro corazón y nos
transformen.
Padre Nuestro…
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