LUNS 18 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
Los pies de María
Ponerse
en camino es sentirse vivo. Cuando nos visita la suerte (en sus diversas
formas) ¿qué solemos hacer? Simplemente, comunicarlo.
María,
con los pies polvorientos, se puso en camino hacia la casa de su prima Isabel.
Salió de su casa. No le importó nada, aunque el evangelio no lo diga, correr
riesgos ni dificultades: ¡se puso en camino y se acabó¡
Los pies
de María son dinámicos. Se aventuran a perderse en los amplios caminos de la
vida para que conozcamos a Jesús.
No nos
podemos instalar en la comodidad. Los pies de María, nos invitan a salir de
nosotros mismos. A no cerrarnos en los cómodos muros de nuestros problemas o
éxitos, alegrías o tristezas.
Salir al
encuentro de los demás (y no sólo de los familiares) es hacerles partícipes de
nuestros sueños y de nuestras conquistas, de nuestras inquietudes y
también de nuestros fracasos.
No
esperemos a que nadie llame a la puerta de nuestro hogar para reclamar o pedir
ayuda. La caridad o la delicadeza, cuando surge espontáneamente, tiene hasta
más valor.
Presentemos a María nuestros pies. Que
estos, lejos de buscar caminos cortos y esquivar miedos, los dirijamos por los caminos
que conducen hacia las personas que nos esperan y que, sin nosotros, tal vez no
podrán seguir adelante.
ORACIÓN
TUS
PIES, MARIA
Caminan con el timón de tu fe
Sorprenden por la rapidez de tu disposición
Avanzan sin tener más horizonte que el llegar para
servir.
TUS PIES, MARIA
Apuntan en la dirección que Dios te marca
Corren presurosos para no llegar tarde
Se resienten cuando se detienen,
y sanan cuando peregrinan
TUS PIES, MARIA
No conocen el descanso ni la tregua,
siempre
están en movimiento
avanzan constantemente.
¿Cuales es, María, el secreto de tus pies?
¿No será acaso, María, los hermanos que te esperan?
¿No será, María, que no puedes permanecer sin hacer el
bien?
Gracias, María, por venir a visitarme
Como tu prima Isabel
yo también necesito de tus atenciones:
mi corazón anhela una caricia de madre
mis ideas necesitan ser ordenadas
mi cabeza, un regazo donde reposar un momento.
Gracias, María, por poner tus pies en dirección a mi
humilde casa. Amén
Rezamos
un Ave María
Entusiásmate- Asc B
MARTES 19 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
El oído de María
Escuchamos la Palabra (del Evangelio de Lucas):
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando."
El les dijo: "Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
El les dijo: "Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.
Reflexión:
Hoy existe una gran crisis en nuestro mundo: se habla mucho y se escucha poco. En el silencio es donde podemos percibir el sonido de nuestra conciencia y el hablar de nuestras almas.
*María, en el silencio, acogió la visita del Angel.
*En el silencio supo contrastar aquellas exigencias que Dios le tenía preparadas.
*En el silencio esperó a Jesús en Belén y, en el silencio, le siguió de cerca y a distancia.
¿Escuchamos con atención la Palabra de Dios?
¿No os parece que, en algunas ocasiones, nos sentamos a la mesa de la Eucaristía sin prestar excesivo interés en lo que nos dice en el Evangelio?
María, entre otras virtudes, cultivó la de "saber escuchar". Por ello mismo supo distinguir la paja del trigo o el mal del bien.
El tiempo de la Pascua es un momento idóneo para escuchar, desde la alegría de la fe en Jesús resucitado, el testimonio de los apóstoles. Ellos, que supieron estar y vivir cerca de Jesús maestro, en los momentos cumbres de su pasión, muerte y resurrección, nos ayudan y nos invitan a estar atentos al mensaje de salvación.
Pidamos, con María, que el Espíritu Santo despierte en nosotros hambre de la Palabra de Dios. Que acudamos a la Eucaristía para escucharla y que, sobre todo, sepamos contrastar nuestra propia existencia con aquello que Dios nos propone a través de su Palabra.
Ante María, en este día, dejamos la Biblia. Queremos ser oyentes de la Palabra.
AVE MARÍA
AVE MARÍA
ORACIÓN
ABRE MI OÍDO, MARIA
Que sepa escuchar el lenguaje del silencio
Que sepa escuchar la Palabra de Jesús
Que sepa distinguir, en el ruido del mundo,
el susurro de Dios.
ABRE MI OÍDO, MARIA
Para que como Tú
me abra sin reservas a Dios
Pueda contemplarle haciendo su voluntad
y servirle con corazón sincero.
ABRE MI OÍDO, MARIA
Que sea sensible a lo que Jesús me pide
Que no viva de espaldas a lo que Dios me ofrece
Que perciba el soplo del Espíritu Santo
ABRE MI OÍDO, MARIA
Y no sea insensible a la voz de Dios
Y no sea duro al clamor humano
Y no sea sordo al eco del Evangelio
ABRE MI OÍDO, MARIA
Para que, cuando me hable Dios,
le diga sinceramente lo que pienso
Para que, cuando me hable Cristo,
me ponga con El, en camino
Para que, cuando irrumpa el Espíritu,
me deje arrastrar por su fuerza poderosa
ABRE MI OÍDO, MARIA
Para que, cuando en el final de mis días,
Dios me llame, pueda contestarle:
reconozco tu voz, voy corriendo, Señor¡
Amén
MÉRCORES 20 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
Los hombros de María
Multitud de pueblos y de ciudades han visto en
María, desde tiempos pretéritos, la fortaleza frente a la adversidad, la
defensa ante la debilidad o el apoyo en período de lucha (física y espiritual).
Las palabras del ángel "nada hay imposible
para Dios", han cobrado fuerza en la vivencia de los creyentes que, antes,
ahora y ojalá mañana, han tenido de María: Dios da lo que se le pide, incluso,
lo aparentemente imposible.
-Ella, en el camino de la fe, es un báculo sobre el que nos apoyamos
para no ceder en la tentación del abandono.
-Ella, en el camino de la fe, es un buen cirineo que ayuda a llevar la
cruz de la enfermedad, la prueba o el desánimo.
-Ella, María, nos invita a mirar a Dios. A no ceder frente a la
arbitrariedad de las cosas ni de los hombres.
El hombro de María, y no es palabrería barata,
es hombro para los hombres.
Miremos a María y dejemos delante de su imagen este bastón. Quiere significar la fuerza y el apoyo (moral y espiritual) que, su presencia, supone en nuestra vida cristiana.
ORACIÓN
HOMBRO
PARA EL HOMBRE
María,
Eres
refugio en medio de la tormenta
Luz,
en medio del cortocircuito de muchos días
Claridad,
cuando la confusión
sale
a nuestro encuentro.
María,
Eres
hombro en el que merece la pena llorar
Eres
hombro sobre el que se puede apoyar
Eres
hombro cuando fallamos las personas
Eres
hombro cuando se lucha contra el hambre.
María,
No
dejes de ofrecer el hombro a tu pueblo
Sin
El, nos costaría más levantarnos
Menos,
el apartarnos de Dios
Mas,
el orientarnos hacia el cielo
Menos,
vivir como quien no vive en la tierra.
María,
Eres
hombro para el que busca a Dios
Eres
hombro para el que cree en Jesús
Eres
hombro para el que ama
Eres
hombro para el que espera
Eres
hombro para el que te reza
Eres
hombro para el que te canta
Amén
Rezamos un Ave María.
XOVES 21 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
La mirada de María, aún
siendo nítida y clara, siempre será para nosotros un enigma: nunca llegamos a
alcanzar totalmente la profundidad desde la que arranca; la belleza que sus
ojos destellan; el brillo que nace de su alma.
Pero, entre todas miradas
que nos ofrece María, hay algunas que merecen nuestra contemplación y nuestra
reflexión:
*La mirada al Niño. Refleja el fruto de su obediencia y de su generosidad. Ya entonces, desde el pesebre, María supo mirar a Jesús sabiendo que Dios tenía mucho que decir. Lo miró, no solamente con ojos de
humanidad, sino con ojos de Madre de Dios.
*La mirada sobre José. Poco nos hablan los evangelios sobre este personaje que cristalizó en
sentimientos de amor y de ternura en la vida de María. En momentos de soledad y
de prueba, de pobreza y de intimidad, miraría a José con ojos de amiga y de
confidente, de compañera y esposa. ¡Qué especiales tuvieron que ser las miradas de María a José!
*La mirada a nosotros. En el atardecer del Viernes Santo, María, sólo tuvo ojos para Cristo y para Juan. Y, al clavar su mirada en el discípulo amado, los dejó para siempre fijos y clavados en su iglesia; en los millones de hijos e hijas que hemos ido naciendo a lo largo de la historia de nuestro cristianismo.
-Venimos, en este tiempo
de la Pascua, porque necesitamos ser mirados por los ojos de la Madre.
-Venimos, en este mes de
mayo, porque no podemos vivir sin un rayo de su presencia
-Venimos, en el mes de
las flores, porque sus ojos son referencia para los nuestros. Para los que
desean mirar con la misma pureza, alegría y bondad que destellan los ojos de
María.
Dejamos, delante de Ella, este "colirio". Queremos representar nuestro deseo de ver las cosas con la misma
profundidad y nitidez de María.
ORACIÓN
Yo también quisiera poseer, Santa María,
ojos tan lúcidos como los tuyos.
Para comprender el Misterio que te hace grande
Para entender la Palabra que te hizo feliz
Para no perder los caminos que conducen
a la alegría viva y permanente que brota en el
cielo.
Yo también quisiera tener tus ojos, Santa María,
para descubrir definitivamente a Jesús
y no perderlo ante tanto escaparate que la vida me
ofrece.
Yo también quisiera tener tus ojos, Santa María,
y por encima de valles y de montes
saber que me espera un horizonte en Dios
con los brazos abiertos.
¿Cómo conseguir tu mirada?
¿Cómo alcanzar tu vista?
¿Cómo mantener la nitidez de tus ojos?
"Sólo con la oración", me respondes Santa
María,
se limpian tanto los ojos como el alma
Sólo con la obediencia
se alcanza a ver lo que el mundo niega
Sólo con la confianza
los ojos llegan donde el hombre no atina
Sólo con la sencillez
los ojos traspasan lo que la inteligencia nos
dificulta
¡Ayúdame, Santa María!
Dame esos ojos grandes que ven a Dios
Dame esos ojos limpios que contemplan a Cristo
Dame esos ojos penetrados por los rayos del Espíritu
Y, si acaso no puedo,
sólo te pido que no dejes de mirarme.
Amén.
Rezamos un Ave María.
VENRES 22 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
El amor de María
Amar a Dios y al prójimo,
son dos notas contenidas en una misma línea. Es agua recogida en el mismo
cántaro.
"Este mandato hemos
recibido del Señor: que quien ame a Dios ame también a su hermano" (1Jn
4,21).
María, con sencillez y
obediencia, supo guardar el equilibrio entre su afán por las cosas de Dios y,
su interés, por las cosas de los hombres.
En este tiempo de
la Pascua y celebrando festivamente este mes de mayo, podríamos poner sobre la
mesa de nuestra memoria, muchas estampas que nos hablan de la solidaridad de
María, de su amor, de su entrega, de su compromiso.
¿Quién no recuerda, aún
estando llena de Dios, la visita a su prima Santa Isabel?
¿Quién de los que estamos
aquí -delante de Ella- no hemos sentido su ayuda, su apoyo, su mano protectora
en más de una ocasión?
¿Sabéis cuál fue el acto
más supremo, el más grande de María? No lo pensemos más: dejar que Cristo
subiera a la cruz.
¿Cómo andamos nosotros en
nuestro compromiso con los demás? ¿Nos echamos atrás ante las necesidades y
sufrimientos de los que nos rodean?
Dejemos, a los pies de María, y como signo de
nuestra entrega, estas medicinas y vendas. Que nunca nos cansemos de hacer el bien.
ORACIÓN
Quiero
ser como Tú, María
con
un ojo apuntando al cielo
y,
con el otro, no olvidando al hombre
Quiero
ser como Tú, María,
con
una mano acariciando a Jesús
y,
con la otra, meciendo al hombre.
Quiero
ser como Tú, María,
elevada
en los altares
pero
caminando a pie llano en la tierra
Quiero
ser como Tú, María,
con
dos movimientos en tu corazón:
uno
para Dios y, el otro,
regalándose
a los hombres.
Quiero
ser como Tú, María,
con
tres miradas y con tres vértices:
Dios,
Jesús y los hombres.
Quiero
ser como Tú, María,
llena
de Dios pero volcándote en los hombres.
Quiero
ser como Tú, María,
elegida
por Dios pero sin dar la espalda a los hombres.
Quiero
ser como Tú, María,
tan
llena de Dios
que
siempre tienes lugar
para
todos los que te miran y te enaltecen.
Amén.
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