LUNS 11 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
¿Cuál fue mayor? ¿La alegría de María en Belén o
aquella otra de la mañana de Pascua? ¿Cual fue más emotiva la de la Anunciación
o, aquella otra, de la visitación a su prima Isabel?
¿Qué alegría fue más radiante? ¿La de las Bodas de
Caná ante el agua convertida en vino o la sonrisa que apareció en sus labios en
el encuentro con el Resucitado?
Ni mayor, ni menor. En María, todo es alegría y de
la buena. Sabía que, en el principio y final de todas las cosas, Dios habitaba
y, por lo tanto, sólo restaba el vivir con alegría.
El mundo en el que nos movemos está sembrado de
tristezas. Es raro encontrar dos semanas seguidas, dos meses continuos, sin
sobresaltos que amenazan nuestra felicidad.
¿Cual fue el secreto de la felicidad de María? Ni
más ni menos que DIOS.
Dios estaba inundando todo su ser; lo que era y
pensaba, lo que creía y hacía, lo que soñaba y esperaba. María, sabía
perfectamente, que la armonía con Dios era fuente de paz y de felicidad.
Algo parecido nos ocurre a muchos de nosotros cuando
ponemos a María muy cerca de nuestras batallas, proyectos, ilusiones y
trabajos. Sentir su compañía en el caminar, su complicidad en nuestras
decisiones, su mano en el día a día, hace que nos sintamos más felices, más
contentos, más dispuestos a vivir con optimismo nuestra vida.
¿Es María causa de alegría para nuestra fe? ¿Es
motor de sonrisas y de horizontes nobles?
Dejemos
ante su imagen estos globos.
Quieren simbolizar la alegría de vivir con los colores de la fe y de la
esperanza. Como María.
ORACIÓN
Porque
necesitamos de una razón para estar alegres:
QUE SEAS TU, MARIA, NUESTRA SONRISA
Porque queremos
vivir con más ilusión:
QUE SEAS TU, MARIA, LA RAZÓN DE NUESTRO JUBILO
Porque
queremos amar con más tesón:
QUE SEAS TU, MARIA, EL MODELO DE LA ENTREGA
Porque
anhelamos buscar a Dios:
QUE SEAS TU, MARIA, UNA PISTA PARA LLEGAR A EL
Porque
aspiramos a la auténtica alegría:
QUE NOS LA TRAIGAS TU , MARIA, DESDE EL CIELO
Porque
ambicionamos lo que no es importante:
QUE SEAS TU, MARIA, EL SENTIDO COMÚN
DE NUESTROS DESEOS
Porque
el desconsuelo nos visita con frecuencia:
QUE SEAS TU, MARIA, VIENTO QUE LO ALEJE
Porque
constantemente caemos abatidos:
QUE SEAS TU, MARIA, ALIENTO PARA LEVANTARNOS
Porque
no manifestamos el estar contentos con nuestra fe:
INYÉCTANOS VITAMINAS DE ENTUSIASMO
Rezamos
un Ave María.
MARTES 12 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
El rostro de María
Si algo
irradia el rostro de María, es serenidad. El rostro de la Nazarena, para
nosotros, es afable, importante, y convoca a la fe porque, simplemente, se
abrió sin reservas a Dios y aceptó la maternidad de Jesús.
Desde
entonces, y han pasado muchos siglos, nuestros pueblos y ciudades, generaciones
pretéritas y presentes de cristianos, la han visto como un modelo de referencia
para vivir y compartir la misma fe en el Señor que, en María, fue sólida,
profunda y verdadera.
¿Qué
refleja el rostro de María? El deseo de ser Madre de Jesús
¿Qué nos
dice a nosotros? Que, sigue tan vigente en Ella, como en aquel primer día, la
indicación de Cristo: "ahí tienes a tus hijos"
En este
mes de mayo, nos acercamos a María, porque sabemos que su rostro es una fuente
de felicidad que emana de su corazón: DIOS
Cuando
uno tiene a Dios en su corazón, la paz y la armonía, brota a borbotones. El
rostro de María, en la Pascua, nos hace entender y comprender la alegría del
Señor Resucitado.
Hoy,
mirando a la Madre, tal vez escuchemos de sus labios: ¡ha merecido la pena
sufrir por Cristo!
Dejamos, ante su imagen, la flor
de nuestro agradecimiento a María. Ella es Madre espiritual de
todos los que queremos avanzar en el conocimiento de los sentimientos de
Jesús, de su vida y del compromiso cristiano en medio del mundo.
ORACIÓN
“EL ROSTRO DE MARIA”
Tu
semblante, Virgen María,
aún
siendo pobre refleja riqueza.
Tu
rostro, Virgen y Madre,
es libro
abierto de gozo y de dolor.
Tu
semblante, Virgen María,
es
compendio de esperanza y de optimismo
Tu
rostro, Virgen y Madre,
es dulce
por estar tocado por la mano de Dios.
Tu
Semblante, Virgen María,
ahonda
en las raíces profundas de tu corazón
Tu
rostro, Santa María,
es
surtidor que salta desde lo más hondo de tus entrañas.
Tu
semblante, Madre nuestra,
es
llamada a reservar un espacio para Dios
Tu
rostro, Virgen y Madre,
es
pantalla de lo que vive tu corazón.
Tu
semblante, Madre del pueblo,
es fidelidad
de tu relación con el Padre
Tu
rostro, Santa María,
nos
lleva a mirarnos menos a nosotros
y más al
Creador.
Sí;
Santa María.
No dejes
de mirarnos, ni mucho menos de guiarnos,
con la
delicadeza y profundidad de tu rostro.
Amén.
Rezamos un Ave María
Rezamos un Ave María
MIÉRCOLES 13 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
Las sandalias de
María
La imagen que, a veces, podemos
tener de María puede ser equivocada o, cuando menos, no del todo real.
¿Sus vestidos serían los que la
imaginería han tallado? ¿Su manto tendría tanto bordado? ¿Sus sienes estarían
tan decorosamente adornadas por oro y plata?
La piedad popular, el cariño del
pueblo, ha ido -en el discurso de los siglos- añadiendo a la sencillez de
María, aquello mejor que el pueblo sabía ofrecerle, brindarle y agasajarle.
Sus sandalias, nos recuerdan la
máxima evangélica: ¡bienaventurados los pobres! Ella, si seguimos de cerca sus
pasos, nos insinúa que el camino para seguirla no es la grandiosidad de una
estatua, sino la grandeza del corazón que cree y espera en Dios.
María, lejos de quedar
inmortalizada en piedra o lienzo, es un ser vivo que sigue alentando y
aconsejando a los amigos de su hijo. A los que quieren descubrir y avanzar por
los caminos de Jesucristo.
Ofrecemos,
en este mes de las flores, unas
sandalias. En ellas habla y se hace presente la pobreza y sencillez de la
Virgen.
ORACIÓN
DAME TUS
SANDALIAS, MARIA
Quiero
sentir el polvo del camino
para
llegar hasta Dios desprendido de todo
Quiero
fiarme de la Palabra
y no
sustentarme en el alimento cotidiano
DAME TUS
SANDALIAS, MARIA
Para
transformar mi camino
en
encuentro personal y definitivo con Dios
Para
confiar en Aquel que habla de lo alto
cuando
yo me empeño en mirar hacia abajo
DAME TUS
SANDALIAS, MARIA
Para ser
y vivir un poco como Tú
sin más
brújula que tu fe
ni más
amparo que la luz de la luna
DAME TUS
SANDALIAS, MARIA
Para decirle
a Jesús que, aun con debilidades,
su
resurrección es para mí motivo de alegría
llamada
a la conversión
oportunidad
para una vida nueva
agua
fresca en mi existencia oscura y sedienta
DAME TUS
SANDALIAS, MARIA
Y, si
quieres y puedes,
dime
cual es tu paso y tu número
para
caminar de igual forma que Tú.
Amén.
Rezamos un Ave María
XOVES 14 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
Los brazos de María
¿A quién
no le impresiona contemplar, la figura de María, al pie de la cruz? Aquella
que, tantas veces, advertiría a Jesús sobre la necesidad de ser fuertes ante
las dificultades, ha de estar - ahora ella- con sus brazos abiertos para
recoger a Jesús bajado de la cruz.
¡Cuánto
se agradecen los brazos extendidos! ¡Y, cuántas veces, brazos cerrados ante el
drama de muchas personas!
La
alegría de la Pascua, nos hace recordar el detalle evangélico: "al pie de
la cruz estaba María". Porque, precisamente sus brazos con la ayuda de
otros -pocos
pero privilegiados- fueron los encargados de dejar el grano de trigo, Jesús
muerto, en el sepulcro vacío.
Los
brazos de María, supieron acariciar a Aquel que estaba llamado a la vida y
llamándonos a la eterna vida.
En
Belén, los brazos de María, recibieron a Jesús con emoción y pobreza. En el
Gólgota, los mismos brazos -tal vez más arrugados, caídos y cansados- apretaron
con el mismo amor, a un Cristo humillado y desangrado por la humanidad.
Que
María, con sus brazos abiertos, nos ayude a no vivir de espaldas a esas
situaciones que reclaman nuestro compromiso activo.
A veces
podemos correr el riesgo de pensar que, nuestros brazos, no ayudan en nada; que
nadie los nota; que no podemos aligerar penas y sufrimientos.
Lo
importante, además de ayudar, es no dejar de intentarlo. No echarse atrás. Como
María, que estemos ahí.
Presentamos, en este día del mes
de mayo, estos brazos extendidos. Queremos comprometernos ofreciéndoselos
a los demás.
ORACIÓN
“TUS BRAZOS Y MIS
BRAZOS”
Los
tuyos, María, siempre abiertos
Los
míos, de vez en cuando, cerrados
Tus
brazos, María, sosteniendo y animando
Los
míos, en algunas ocasiones, echando peso
Tus
brazos, María, aguardando
Los
míos, a veces, desesperados
Los
tuyos, María, acariciando
Los
míos, queriendo o sin querer, arañando
Tus
brazos, María, contemplando a Cristo
Los
míos, María, perdidos en cosas secundarias
Los
tuyos, María, arropando y acunando
Los
míos, María, vacíos y egoístas
Los
tuyos, María, acompañando al que sufre
Los
míos, María, volcados en sí mismos
Tus
brazos, María, elevados hacia Dios
Los
míos, María, buscando las cosas de cada día
Tus
brazos, María, empujando hacia adelante
Los
míos, María, cansados de la lucha de cada jornada
Tus
brazos, María, reconfortando
Los
míos, María, abatidos y deseando ser abrazados
¿Dónde
el secreto de tus fuertes brazos?
¿Dónde
la fuerza que los mantiene eternamente abiertos?
No me lo
digas, María, ya losé:
Tus
brazos son prolongación
de
aquellos otros brazos
que nos
aguardan en el cielo: los de Dios.
Amén.
Rezamos
un Ave María.
VENRES 15 MAIO. NO NOME DO PAI, DO FILLO E DO ESPÍRITO SANTO. AMÉN
El gusto de María
El
mayor gusto que podemos dar a una madre es, precisamente, ser buenos hijos
siguiendo las huellas que ella nos deja para no confundirnos y alcanzar la
felicidad de María.
La
Pascua, entre otros sabores, dejó en el paladar de María, el gusto por la Resurrección.
La pena se convirtió en gozo en la mañana de Pascua; la tristeza se trastornó
en alegría, ante el sepulcro vacío; el color negro dio a la blancura pascual,
por la presencia de Jesús Resucitado.
Y es
que, el gusto de María, fue dar gusto en todo a Dios. Todo lo quiso hacer bien.
Sin demasiado ruido pero con certeza; con humildad pero con lo necesario; con
obediencia pero conscientemente.
Hoy,
ante María, nos podríamos preguntar:
¿Damos
gusto a Dios en algo?
¿Es
para nosotros un gusto, creer y esperar en Dios?
La
insipidez es esa sensación de que "algo falta" en el café de nuestra
vida cristiana. Hay que cogerle gusto al evangelio y al seguimiento a Jesús. No
podemos dejarnos vencer por una insulsez que nos aparta del placer por las
cosas de Dios.
Hoy, ante María y en este mes de mayo,
dejamos este azucarero. Que nuestra Madre, María, nos ayude a
gustar la presencia de Dios en nuestros días y, también, a dar gusto a Dios con
nuestras obras y palabras.
ORACIÓN
“QUIERO SER AZÚCAR”
QUIERO
SER AZÚCAR
Que dé
dulzura en medio de la amargura
Que
sazone las situaciones enquistadas por el odio
Que
facilite la paz y la armonía
QUIERO
SER AZÚCAR, MARIA
Diluyéndome
para dar sabor a este mundo
Diluyéndome
para que Dios sea tomado a pequeños sorbos
Diluyéndome
para que Jesús sea más conocido
QUIERO
SER AZÚCAR, MARIA
Y que
el mundo, de esta manera, sea menos soso
Alcance
el punto de la dulzura que el cielo nos propone
Adquiera
el aroma de un buen postre divino
QUIERO
SER AZÚCAR, MARIA
Para
que, como en tu hogar,
nunca
falte lo imprescindible frente a lo necesario
Para
que, como en tu casa,
no esté
ausente la delicadeza frente a lo tosco
Para
que, como en tu hogar,
exista
la cortesía para Dios que llega
QUIERO
SER AZÚCAR, MARIA
Para
que otros hombres conozcan el gusto de ser hijos de Dios
Para
que se deleiten comiendo la Eucaristía
Para
que, la Palabra, sea delicia
antes y
después de cada jornada
QUIERO
SER AZÚCAR, MARIA
Y,
cuando Dios me falte, por lo que sea
vaya
corriendo al mostrador del cielo
y, por
la oración y la contemplación,
encontrarla
y poder comprarla.
Amén.
Rezamos un Ave María.
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